viernes, 9 de enero de 2015

Con la boca y las vísceras llenas de libertad de expresión



Con la boca y las vísceras llenas de libertad de expresión nos pilla la imputación de Facu Díaz, de La tuerka.

El humor -aunque no sólo a éste se debería referir dicha libertad- para funcionar, ha de, como mínimo, escocer a alguien. Mucho mejor si es hacia arriba, a quienes detentan poder. Las personas adultas deberíamos, opino, aguantar el tirón, reírnos si es posible -sobre todo si lo haríamos si el objeto fuera otro-, y si nos llega devolverla.

(Aunque palabras e imágenes puedan llegar a herir más que golpes, en el terreno de lo público no podemos poner límites a la libertad de expresión. Y considero que digo bien NO podemos, porque los límites de cada cual son diferentes, y si prohibimos lo que molesta, no tiene calidad, no hace gracia, es grosero... para un grupo -por numeroso que sea- ¿no deberíamos hacerlo con lo que lo es para cualquiera?)