Reflexión postelectoral
Como criaturas -¡cuánto mal hace convertir el piterpanismo en algo
homenajeable!-
a disgusto con el resultado corremos de la queja a la sospecha, del desprecio
al salvanálisis.
Ahora, después de culpar -en cualquier permutación, combinación y orden, como
comprenderéis yo tengo la mía propia-:
a
esa tercera edad ultraegoísta y sin visión, hija legítima o ilegítima y
amamantada por la dictadura que no acaba de morirse,
al cortoplacismo,
a la condición humana,
a la condición inhumana,
a la incondicional maldad humana,
a la condición española,
al españolismo,
a la españolidad,
a la envidia,
al 'ponme donde haya que ya cogeré yo',
a la corrupción innata,
a la aprendida,
a la complicidad pura,
a la complicidad 'mira pá otro lado',
al mostrenquismo patrio,
a la garrulez de pueblo,
a la altivez señorita,
al johnichonismo de barrio,
a la soberbia de quien 'se cree mejor porque ha estudiado',
al espíritu de los puertohurracos,
al vivan las caenas,
al voto cautivo,
a los votos cautivos,
a la irresponsabilidad,
a la libertad libertinaje,
a las exigencias de todas partes,
a la tontería de alrededor,
a los fallos del sistema educativo -ésta, y eso me 'aluflipa', es la
explicación favorita de muchos de mis contactos virtuales y reales que trabajan
como docentes, por supuesto sin incluirse-,
a las encuestas,
a la prensa,
a la desinformación,
al exceso de información,
al miedo,
al calor,
a la playa,
al sol,
a la lluvia -no, a la lluvia no que ayer no llovió, o sí, por no llover-,
al sistema electoral -versiones circunscripción y/o reparto D'Hont-,
al voto por correo -y al que no llegó-,
al exceso de campaña,
a la falta de campaña,
a las conspiraciones,
a gente de la tercerísima edad y otras dependencias arrastradas al voto
forzado,
al voto comprado por migajas de hambre,
a la verdadera izquierda,
al posibilismo,
al eterno cainismo de la izquierda española,
a las feministas,
al machismo tradicional de los hombres de izquierdas,
al machirulismo de algunos,
a las anarquistas,
a comunistas de todos los ismos,
a socialistas de toda facción y afiliación,
al abstencionista,
al votante,
se abre camino por ahí y por aquí el nuevo lomás, la más moderna teoría de la
conspiración:
el pucherazo versión cambio de resultados, con unos 'movimientos' de números
más dignos del acertijo de los cambios que de un buen ilusionista.
Y eso, por suerte, gracias al desconfiado sistema español de votación y
recuento diseñado en la desconfiadísima transición - y a que no se cambió,
¡gracias, luditas y conspiranoicos varios entre los que me hallo!, por el voto
por ordenador- es comprobable.
Requiere sólo que cada interventor@ y apoderad@ compruebe que los resultados de
los colegios en los que trabajó coinciden con los que están en la web.
Comprobar también que la suma está 'bien' -son muchos datos pero hay
calculadoras y excel y esas cosas-, mesa y colegio por colegio y provincia por
provincia.
Eso es mucho más fácil y productivo que jugar a las sospechas.
(Y si se confirmara el robo no sería suficiente con dejar caer juegos numéricos.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario